MI PROSA

LA MUJER DE HELIO XXI

Veo omóplatos y vértebras, tu mialgia desde los péndulos, imposibles, entrenzados, nicotinizados. Soy la mujer que levita en las noches blancas, en las sinagogas de los desnutridos, en las frentes de los mártires. Tengo pulgas que deambulan en mis goteras, a cuatro ruedas siempre, a decibeles neuróticos. He fumado el alma de mi sangre a punta de catéteres. Pero esta nínfula de cuerpo histriónico ha marchitado su vaivén necrófilo.

  

En las tardes me raptan a iglesias, colocan crucifijos en mis senos, como si fuera Sodoma o la codicia de la siembra en los inviernos. Somos dos úteros en las alcancías de los niños que hacen malabares en las calles. Somos, y no dejan que la gula se injerte en mis encías.

 

Todos, inclusive tú, pretendes que ella salga de mi garganta. Imposible dejarme huérfana. Soy el helio. Soy la sombra de su sombra. La podredumbre lógica del matemático. Las dos hemos vivido juntas desde que vimos la oscuridad cuando gemimos al final del túnel, allí en esa vagina mutilada, bendita.

 

Derechos Reservados © Dina Bellrham

ÓLEO

Sabadell, Barcelona, España
Sabadell, Barcelona, España

El tiempo reposa en mis fosas nasales y es absurdo.

 

Destruyo el nudo de la soga de mi péndulo, abrazo el cuerpo cansado de mi perro.

 

La soledad me habla su mundo de floreros sordomudos.

 

Ni a los niños en mis vías les permiten correr como estufas incendiarias.

 

No he podido pestañear las resbaladeras de antaño, los ojos de mis manos quedaron adosados a cataratas, prisioneros.

 

La sangre nunca más vio la contaminación de los carruseles.

 

Hasta mis lágrimas están cuajadas, inventando los delitos.

 

Hiedo a lámparas y a focos de velador pues me arrancaron las luciérnagas de los pezones.

 

Ya ni hablar de mi columna que hoy carga smokings almidonados, suben y bajan semejando escaleras eléctricas de malles, jugando como aquellas pandemias recién preñadas.

 

Derechos Reservados © Dina Bellrham