Anoche se subió por mis costados
como una araña dulce y presurosa
y me dejó los labios desvelados
con su fruta pequeña y delictuosa.
Anoche te trepaste… carpintera
con el blando martillo de tu sexo
y uniste con pedazos de madera
lo bueno, lo deseado y lo inconexo.
Anoche remendaste… costurera
con tu beso frutal y tu terneza
los verbos rotos de otra primavera
e inhumaste muy hondo mi tristeza.
Derechos Reservados © Wálter Barrantes Chacón
silampas de ternura
y diciembres de nácar
en la mitad del alma,
a mí me faltan verbos
de modo subjuntivo
y un relámpago hiriente
que mutile la calma.
A vos te sobran cielos
detrás de la mirada
y gorriones de fuego
bordeando tu cadera,
a mí me sobra muerte
con hiedra entre los labios,
carámbanos amargos
danzando en la rivera.
A vos te pido entonces…
que remendés mi alma
y retoqués con calma
este triste bosquejo,
que enterrés en tu huerto
mis mayos lacerados
y reciclés mi cielo…
con pedazos de espejo.
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Me gusta la gacela sedienta de tus besos
y ese potrillo alado que pasta en tu cadera.
Me gustan tus fantasmas, tus tormentas, tus rezos
y tu sexo maduro como una sementera.
Me gusta que mi inundes con tus lluvias azules
y me dejes temblando como un cachorro oscuro.
Me encanta que en las noches remiendes con tus tules
la pared más amarga de mi escarpado muro.
Me gusta ese charquito de miel de tu mirada
y ese delfín de escarcha que aletea en tu boca,
tu piel donde se duerme lasciva la alborada
y ese río desnudo que se ve y que se toca
me gusta ese racimo que cuelga en tu enramada
y que para libarlo la noche se hace poca.
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