MI PROSA

DE PEQUEÑO ADÁN A EVA

Cuando intento asirte como un poema logrado

una estrella fugaz o una nueva flor exótica 
te desbandas por mis anchas manos de nido, 
suave mariposa exiliada en infinito vuelo 
Cuando tengo que nombrarte no sé… 
pierdo la memoria y en mí se enciende 
el deseo en los labios por la fruta fresca. 

¡Oh, mujer! Por tu vena corre agua cristalina 
e insondable regando mi vacío con tu estiaje 
Creo que nunca llegaré a descifrar tu profecía 
sin embargo, conoces todo sobre mis debilidades,
eres el comienzo fundacional de la especie
fruto del árbol merecido que extiende su linaje
imperioso soplo que penetra el pulmón cósmico
de la existencia humana y bestial,
en ti todas las hembras del paraíso amadas
por un Adán pequeño y sumiso creyéndose rey.

Si te definiera, pensaría en el arrojo de las aguas
cuando la mar se retira de su festejada costa
en la abnegación de la flor de los cactus
que incólume niega entregar su corazón en la arena
Cuando pienso en ti pienso en la seducción
y encanto del cisne en el espejo del lago
de la lluvia en renovación de verdes madréporas
que cada gota se asemeja a manecillas del espíritu

Porque no sé como acometerte en limitado verbo
cuando haces de lo nuestro una ceremonia perfecta
en la danza del relámpago y gemido del volcán
Otras veces, eres el golpe sobre las grietas del muro
el silencio sagrado del verdadero sollozo que canta
es que no sé como detallar tu maravilloso milagro,
porque trasciendes mi pobre costilla de Adán
y sigo habitándote en cada semilla que nace del tiempo
en sueños, deseos y utopías que jamás abandonas

Nací de un útero venerable como aljófar
amamantado de pechos de leche y miel
y quizás siga regresando cada noche a tu corola
como un bello karma que no se detiene hasta el último
día de los días, mientras, todo comienza y termina
en ti, mujer…y sigo sin nombrarte, pues el amor

de todas maneras siempre y definitivamente te nombra…

 

Derechos Reservados © Marcela Vanmak