MI PROSA

DE ALGUNA FORMA MISTERIOSA, ME EXTRAÑAS

No dices que me extrañas. Nunca llegarás hasta  a mi casa en Buenos Aires, ni jamás has de pronunciarte en el teléfono reclamando mi presencia.

Sólo me esperas.


Eternamente.


Serenamente me esperas con la certidumbre de que la sed de tus brazos y mi amor implacable me empujarán a volver. Es que yo sí te extraño. Muero extrañándote. Agonizo. Me ahogo sin tu aliento. Todas las horas, todos los días, miles de veces te pienso. Busco tu mirada verde en las fotos que atesoro. Cuánto quisiera que hoy me estuvieras mirando!, sosegado, tierno, enviándome tus criaturas preciadas.


Ya sé que no puedes venir, por eso inventas formas sutiles de llegar a mí, de recordarme tus dedos de viento ensortijado en mi pelo. Llegas pensamiento y me sobresaltas el sueño. Despiertas el recuerdo de mis caricias dispersas por tus troncos erigidos. Hasta puedo sentir tus besos de brisas y tus cabellos de hojas lacias confundiéndose en mi cara. Me revelas los caminos secretos para atravesarte y tragas, bebes, devoras mis huellas minúsculas.


Sabes cuánto te amo, aunque nunca te lo digo así. Me enseñaste de a poco a expresártelo con voces de silencio o imitando el canturreo dulce de las palomas.


Sabes cuánto me dueles!, tan profundo me dueles! Aquí a la distancia no puedo evitar pensar que cada día mueres un poco. Y yo tan lejos de tus heridas sangrantes, de tus pedazos arrojados, de los agujeros que con premura llenarán de cemento.


Volveré a tu lado centenares de veces, ávida de tu aroma, de tu abrazo fresco, de tus ráfagas, de las caricias y los rasguños que dibujas en mis pies. Te pediré infinitas veces que poses ante mis ojos, me sentaré en tu regazo, refunfuñaré como siempre cuando soples arena sobre mis acuarelas mojadas y te entretengas jugando con mis faldas diminutas mientras te retrato. Cerraré los ojos para olvidar al resto del mundo y escucharte sólo a ti murmurando tus poemas de crujidos, silbidos, gorjeos que siembras en el aire.


Se que lucharás hasta el último hálito por mantenerte vivo y casi extinguido extenderás tus últimos brazos cuando decida de una vez por todas quedarme a tu lado para morir contigo.


Nunca lo dices, pero se que me extrañas, de alguna forma misteriosa me hechas de menos y me llamas en sueños.


Yo te extraño tanto!


Ya sabes cuánto te amo Bosque de Nueva Atlantis!

 

Derechos Reservados © Patrice A. Blanco